Las conductas autolesivas e intentos autolíticos, lamentablemente, se encuentran en aumento creciente entre la población más joven en el momento actual. Según las fuentes consultadas, entre el 15% y el 28% de menores entre 10 y 17 años han llevado a cabo conductas autolesivas en algún momento, como estrategia de afrontamiento ante situaciones estresantes y/o de dolor emocional. No sólo ha aumentado el nivel de incidencia en los últimos años, especialmente despues de la pandemia, sino que también ha descendido la edad de inicio, suponiendo esto un mayor factor de riesgo para la población adolescente. En casos extremos, este tipo de conductas puede suponer un daño irreparable vital y/o emocional, de ahí su importancia y preocupación urgente entre la comunidad educativa. Tampoco hemos de olvidar que entre las edades que nos ocupan, el total de la población se encuentra en periodo de escolaridad obligatoria, por lo que su presencia en los centros de enseñanza secundaria está garantizada. Todos estos factores ponen de manifiesto la necesidad de desarrollar estrategias, protocolos y recursos contextualizados a la realidad de los centros con características similares que promuevan una respuesta socioeducativa ajustada a las peculiaridades de nuestro alumnado y entorno próximo.





