Como afirma Gerardo Echeíta, cuando hablamos de escuela inclusiva estamos hablando, directamente, de una cuestión de derechos humanos. El acuerdo es unánime e inequívoco en torno a que una educación inclusiva es un derecho de todos los alumnos a educarse en las escuelas de la comunidad, con una educación de calidad que respeta las diferentes necesidades e identidades del alumnado.
La meta a alcanzar es que en los centros escolares se viva e impulse una convivencia en la que el pluralismo, la cooperación y el entendimiento mutuo sean señas de identidad irrenunciables. Y, en este punto, estaremos de acuerdo con que no deberíamos tener que añadir el adjetivo de inclusiva a la hora de hablar de educación, pues conlleva el riesgo de entenderla como un determinado “tipo de educación”. Para muchos autores, la educación, para denominarse como tal en una sociedad democrática, necesariamente debería ser inclusiva.
Hablar de educación inclusiva es hablar de todo el alumnado y no únicamente de un determinado grupo de estudiantes. Es cierto que hay alumnos que han sufrido situaciones de clara exclusión, como son los niños y niñas, adolescentes o jóvenes en situación de (dis)capacidad y otros en situaciones de vulnerabilidad y, por lo tanto, es de justicia que la preocupación por mejorar su situación educativa sea una prioridad.
El presente curso supone una introducción a los conceptos básicos de inclusión educativa y pretende brindar herramientas y recursos para favorecer la presencia y participación del alumnado. Cuenta con una parte más teórica que busca contextualizar la Inclusión Educativa, ofrecer un marco teórico y legal y reflexionar sobre nuestra práctica docente y otra parte práctica en la que se aportan ideas para la puesta en acción.
Impartido por: Leticia Garcés Valderas y Mª Victoria Lozano Sañudo