Desde el nacimiento hasta los 6 años, el cerebro de un niño se desarrolla más que en cualquier otro momento de la vida y la estimulación temprana tiene un impacto duradero en su capacidad para aprender y tener éxito en la escuela y la vida. La calidad de las experiencias de un niño en los primeros años de vida ayuda a moldear el desarrollo de su cerebro.
Los primeros años de la infancia son cruciales para hacer estas conexiones. Se realizan al menos un millón de nuevas conexiones neuronales por segundo, más que en cualquier otro momento de la vida.En consecuencia, las metodologías que se apliquen en la educación infantil tienen gran relevancia, pues serán los instrumentos a través de los cuales los niños pueden alcanzar el máximo desarrollo de sus potencialidades lo que les facilitará el desempeño por el resto de sus vidas
Las metodologías activas en el aprendizaje no solo mejoran la comprensión de los estudiantes, sino que también los preparan mejor para enfrentar los desafíos del mundo moderno y desarrollar habilidades críticas, como el pensamiento crítico, el pensamiento creativo y la resolución de problemas.
Las metodologías activas tienen un protagonista, el alumno. Es importante conocer las necesidades, intereses y expectativas personales de cada persona, en base a un marco común, para personalizar la enseñanza.
Así mismo, la importancia de diseñar propuestas de aprendizaje globalizadas basadas en la experimentación, en la estimulación, en el juego, dando respuesta a todos los lenguajes, respetando los gustos, elecciones e intereses del alumnado, de manera que resulten significativas, son aspectos esenciales en nuestro currículo y en nuestra práctica educativa.
Todo este proceso de transformación requiere un cambio de metodología, pero también, y a su vez, un cambio de mirada, de visión, de actitud. Porque el verdadero cambio y transformación empieza en uno mismo. ¿Te unes al reto?